El pasado 29 de octubre, una DANA causó estragos devastadores en España, afectando especialmente la Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha y Andalucía. Las fuertes lluvias provocaron inundaciones que han dejado un balance trágico de más de 200 víctimas mortales y decenas de desaparecidos, donde el impacto en infraestructuras, viviendas y vehículos de la zona también ha estado muy grave. Este fenómeno meteorológico destaca como uno de los más destructivos de la historia del territorio español y de la propia Comunidad Valenciana, que en 1957 ya sufrió el desbordamiento del río Turia con la consecuente inundación de la ciudad de València.
La importancia de este suceso -con implicaciones climáticas y también políticas- lo ha situado varias semanas en primera plana de los medios de comunicación. Un mes después, hay que preguntarse cómo se ha seguido el día a día de esta tragedia y que podemos aprender comunicativamente de los errores y los aciertos periodísticos.
Una buena gestión de la comunicación en una crisis de estas magnitudes es de vital importancia para trasladar bien la información a la ciudadanía y no agravar todavía más una situación que, de por sí, ya es sobrecogedora. Todavía es más importante, pero, hacer un uso responsable de esta comunicación para ayudar las víctimas y afectados y evitar que sufran más. El periodismo tiene que ser parte de la solución, no del problema.
Si bien es imposible analizar todo el que se ha comunicado estas semanas, la perspectiva del tiempo y de los hechos nos permite observar buenas y malas prácticas periodísticas en la descripción de una tragedia contaminada por el color político de cada medio, que ha condicionado inevitablemente discursos y estrategias comunicativas.
4 errores comunicativos
Manipulación de información y de imágenes en directo
Las redes sociales, y muy particularmente el antiguo Twitter (X) desde que Elon Musk la adquirió, son últimamente muy atacadas por los medios de comunicación, que cuestionan la verosimilitud de los contenidos que allá se difunden. Más allá de los intereses políticos -la línea editorial de diarios como The Guardian o La Vanguardia es opuesta a Donald Trump-, el que se está produciendo aquí es una batalla sobre cuáles son los canales de referencia para obtener información de la ciudadanía. El cansancio de parte de la población de los medios tradicionales, que ya no generan la misma confianza de hace unas décadas, ha provocado que la crisis de la DANA se haya seguido enormemente a través de las redes sociales, con la inevitable confusión entre información fiable y falsa, además de las luchas entre bandos ideológicos.
Uno de los casos más sonados ha sido lo del influencer Rubén Gisbert, que con sus videos y tuits generó un gran impacto comunicativo, hasta el punto de entrar a colaborar en el muy divisorio programa “Horizonte” de Íker Jiménez (que se emite a Cuatro, pero que se alimenta de infinidad de colaboradores salidos de las redes sociales). Ahora bien, esta exposición constante acabó afectando la reputación de Gisbert, al descubrirse un video filtrado donde se evidenciaba su sobreactuación antes de entrar en una conexión en directo en la televisión. En las imágenes, vemos como Gisbert se arrodilla para ensuciarse de barro los pantalones para exagerar su implicación en las tareas de recuperación de la tragedia. Su gesto, propio de quien busca una “espectacularización” de la realidad, cuestiona uno de los principios básicos del periodismo, la veracidad.
Fake news: El falso "cementerio" al parking de Bonaire
La falta de información clara a veces propicia y da pie a ‘fake news’ que rápidamente se extienden por las redes. En este caso, hay que sumar, además, la falta de datos oficiales actualizados por parte de las instituciones, el que aumentó todavía más los rumores sobre las posibles víctimas mortales para llenar este “vacío” informativo. Tanto es así, que varios medios de comunicación e influencers difundieron que un parking, el de Bonaire, era un “cementerio” de víctimas porque estaba inundado y era de grandes dimensiones. Llegó tan lejos esta falsa noticia que incluso algunos difundieron la imagen de un trabajador de los servicios de emergencia saliente del parking como si llorase, cuando en realidad se estaba limpiando el sudor. La falta de corroboración de los hechos y la carencia de rigor periodístico ponen de manifiesto que determinados medios “serios” perjudican la profesión y provocan que la ciudadanía pierda la confianza informativa en medios tradicionales y acabe perdida entre infinidad de ‘fake news’ que ya circulan por las redes de forma interesada.
Desinformación en las redes sociales
Como ya hemos ido diciendo, las redes sociales han acontecido una de las principales vías de información ciudadana. La diversidad comunicativa y “sin filtros” que pueden proporcionar estos canales convive con la carencia de control y contraste del que allá podemos leer y ver. Tendría que ser evidente que, por muchos seguidores que tengan, determinados influencers no pueden ser considerados fuentes fiables de información. La confusión entre opinión e información es, en muchos casos, notoria, y determinados discursos y “noticias” sesgadas pueden acabar fomentando la desconfianza en las instituciones, los medios y el mismo sistema democrático. Desde aquí celebramos las miradas críticas ciudadanas con la gestión pública y el periodismo, pero creemos que estas protestas se tienen que hacer siempre desde el rigor y la humildad. Por lo tanto, entendemos que aquellas personas que disfrutan de más notoriedad en las redes sociales tienen que aprovechar este altavoz para ser comunicativamente responsables y no intoxicar el debate público.
Falta de fuentes de primera mano y oficiales
Durante los momentos fatídicos de la DANA a tierras valencianas, la carencia de comunicación fiable por parte de las máximas autoridades responsables (inicialmente, la Generalitat valenciana y, posteriormente, también el Gobierno español) fue notoria. No solo para prever la tragedia, sino también para ir difundiendo a la ciudadanía la información primordial, particularmente sobre el número de víctimas y desaparecidos. Este vacío informativo ha afectado la credibilidad de las instituciones y ha provocado la proliferación de discursos antisistema y antiestado. De hecho, prácticamente todos los portavoces políticos del ejecutivo de Carlos Mazón y del ejecutivo de Pedro Sánchez han sido enormemente cuestionados por la ciudadanía, por los usuarios más influyentes de las redes sociales y por los mismos adversarios políticos.
Una excepción sería la de Óscar Puente, ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, que se dedicó a comunicar regularmente en las redes con videos y fotos todo el que hacía su ministerio noche y día para recuperar carreteras y vías de tren afectadas y, por instantes, ejerció de portavoz improvisado del Gobierno español, hasta el punto de interactuar con usuarios y víctimas a X. Su reputación ha mejorado notablemente solo para hacer comunicativamente aquello que habría que pedir a todo servidor público durante una crisis: explicar de forma clara, constante y transparente a los ciudadanos la situación y qué es la reacción política.
4 aciertos comunicativos
La proximidad, un valor al alza
Para conseguir información de primera mano y poder sentir las voces de los afectados por la DANA, muchos medios de comunicación han optado para desplazarse a los lugares de los hechos. La proximidad, que permite acceder a fuentes de primera mano, es fundamental para describir a la ciudadanía una tragedia de este tipo y comunicativamente ha estado valioso que determinados medios públicos (como, por ejemplo, la televisión catalana TV3 o la televisión valenciana À Punt) hayan cubierto buena parte de los pueblos afectados en una clara muestra de territorialidad y de voluntad de investigación de testigos. Ahora bien, no podemos olvidar que las tragedias también pueden generar visitantes inesperados, que aprovechan el foco informativo de la tragedia en beneficio propio. La presencia en la Zona 0 de asociaciones y organizaciones de todo tipo (como por ejemplo, Desokupa), así como de influencers no desplazados estrictamente con voluntad informativa, sino personalista y/o ideológica, puede generar una apariencia de proximidad engañosa para sus seguidores que, en algunos casos, derivan en prácticas de comunicación sensacionalistas.
La necesidad de los especialistas
En los medios de comunicación, hay que hacer un esfuerzo para distinguir los diferentes espacios de donde podemos estar recogiendo la información. No tiene la misma validez y rigurosidad un programa de opinión que un informativo, por ejemplo. Ni un telediario que una tertulia, donde el debate entre los diferentes profesionales que intervienen en el programa con sus valoraciones libres (o interesadas, según el color político estipulado de cada participante) no siempre son voces autorizadas sobre los temas que tratan. Afortunadamente, durante estas semanas, algunos medios sí han dado voz a especialistas en fenómenos meteorológicos, en gestión de crisis, en emergencias, en urbanismo, en medicina o en leyes, que han aportado visiones expertas, reposadas y sensatas. El periodismo tiene que proporcionar un valor añadido a la ciudadanía y no puede caer en las dinámicas de una tertulia de bar.
Respecto a las víctimas
El código deontológico periodístico establece que, en líneas generales, no es ético enseñar imágenes de víctimas mortales, que pueden derivar fácilmente en un exhibicionismo truculento. Además, se tiene que evitar el daño moral a los afectados y sus familiares cuando las fotografías o videos no aportan ningún valor informativo. Todos los medios de comunicación han seguido al pie de la letra estas indicaciones deontológicas y se ha evitado también la revelación pública de datos personales sobre las víctimas mortales antes de su comunicación pertinente por parte de las autoridades a las familias. En este sentido, hay que celebrar que, a pesar de las ‘fake news’ mencionadas, no se han traspasado límites intolerables que habrían supuesto una falta de respecto a los difuntos.
No favorecer especulaciones y dar voz a los afectados
El alarmismo, los prejuicios y la precipitación son enemigos de la buena comunicación y de un periodismo que esté a la altura del que tendría que ser esta profesión. A pesar del impacto negativo de infinidad de rumores durante la DANA, hay que celebrar que haya habido medios y periodistas capaces de dar voz en la ciudadanía, de haber informado con responsabilidad y de haber hecho análisis que vayan más allá de la inmediatez y de la especulación. Un buen ejemplo de esta práctica es el documental del programa ‘30 Minuts’ de TV3 que emitieron el mismo domingo de la semana catastrófica después de varios días de rodaje a la zona 0. El interesante del programa es que explicó la catástrofe con la perspectiva de los afectados, sin polémicas y falsedades, y sin entrar en discusiones políticas que todo lo contaminan.
Per: Carles Matamoros Balasch, Maria Blanch Llardén i Gerard Bertran López